miércoles, 29 de julio de 2015

Nueva reja anti-comunistas

¿Sabía que cada mes entran quinientos mil comunistas a Chile? Ingresan de modo ilegal, con cédulas de identificación falsas, traficando drogas, alcohol, y otros productos dañinos. Se roban nuestros trabajos y nuestras mujeres. Se raptan a los niños para violarlos, y luego los obligan a formar parte de su perversa corporación, incluyéndolos a su maligno plan de dominar el mundo. Nadie está a salvo.

Pero no se angustie; tenemos para usted la más alta tecnología en prevención contra comunistas. Se trata de la nueva Ultimate Comunism Safety Fince, una nueva reja que protege su casa ante cualquier amenaza marxista.

La nueva reja le lleva cruces de plata, agua bendita, ajo y sal purificada, además de un moderno sistema de reconocimiento facial que usted podrá controlar desde la cocina. Además, en el remoto caso de que el operador falle, un muñeco con el cuerpo de Pablo Zalaquett sirve como cebo para una trampa de refuerzo.

Algunos dicen que es demasiado. Nosotros decimos, cuando se trata de familia, ¿Cuánto es demasiado?

¡Espere! Aún hay más. Si lo lleva ahora, se le añadirá también, por un módico precio, una nueva alarma anti-anarquistas, con un sistema de navegación web que se activa cuando detecta algún estado en contra del sistema en el Facebook de las personas identificadas.

¡Ya no más comunistas indeseables! Ahora no será objetivo de ataques izquierdistas. Porque sabemos que los quiere, defienda a su familia y seres queridos con la nueva Ultimate Comunism Safety Fince. Viva tranquilo, viva feliz.

Advertencia: la Ultimate Comunism Safety Fince no lo protege de la paranoia.

sábado, 18 de julio de 2015

El segundo de la vida

Esa sutileza que como viene se va
Nos hace creer que puede durar para siempre
Engañando y encarando a la realidad
No es más que una eternidad
Hecha y por descubrir

Sólo se compone de volantines
Que por soñadores vuelan alto
Con un cable a tierra
Recordándoles siempre quienes son
Dónde parten
Dónde pretenden ir
Y cómo planean llegar

Este mundo no está hecho sólo de bondades
Nuestro fin es quererlo tal cuál es
Porque así es la vida
Bella como el sol
Que te quema los ojos por la mañana
Desgraciada como la flor favorita que adorna tu patio
Bastante parecido a sus creadores
Con dones y defectos

Esa risa a la que uno se aferra
Sin querer dejarla ir
¿Por qué?
Tal vez por miedo
A que el día de mañana reine bajo el mando desconocido
A que un inerte pedazo de madera tome tus decisiones

O a que unos descerebrados dedos se hundan en tus yagas 

viernes, 10 de julio de 2015

La princesa del pueblo

¡Oh, Rapunzel! Mi prima, Rapunzel. Primero me enteré de tu emotivo regreso, tras tantos años desaparecida. Ahora, te vas a casar. Todavía recuerdo tus enormes ojos verdes y tus cabellos rubios. Tu facilidad para encantar a las personas. Estoy ansiosa por ver a la mujer en la que te has convertido. Te imagino radiante, con el más hermoso vestido de novia. Mi marido, Adgar, está emocionado también. Ha dejado sus labores de rey para asistir al matrimonio de tan célebre princesa. Ambos nos preguntamos cómo será tu futuro esposo.

-Ya llegamos

La voz de un sirviente me despertó. Mientras tomaban nuestros bolsos, nos bajamos lentamente de la carroza.

-Mira, cariño, qué linda es la catedral- le comenté a Adgar. Era la primera vez que salíamos de nuestro reino, y todo me parecía una gran sorpresa. Una muchedumbre se paraba en las puertas de la iglesia, esperando ver pasar a la novia. Entramos con urgencia al recinto. ¡La boda ya empezaría, qué nervios! Finalmente, podré ver cuánto has crecido, prima mía.

Nos sentamos disimuladamente en el penúltimo banco para no romper el ambiente de expectación. Observé detalladamente a los invitados. Había algo extraño en ellos, aunque no lograba determinar qué era. No eran el tipo de personas que asisten al casamiento de una noble. ¡Ya lo comprendo! Los invitados no eran de la realeza. Todos eran personas provenientes del pueblo. A excepción de los reyes, mis tíos. Los demás, seguramente nunca habían ni pisado un castillo o algo que se le pareciera. ¿Qué hacían en el matrimonio? Qué absurdo. Y, ¿Un caballo? ¡Había un caballo! ¡Y un camaleón sobre él! Ante el altar, el novio aguardaba a Rapunzel, vestido de traje blanco.

-¿Alguien sabe algo sobre Eugene Fitzherbert?- le pregunté a la pareja que se ubicaba al frente –no lo conozco del todo

-Nosotros tampoco. Pero escuchamos que era un ladrón- susurró la mujer.

-¿Qué? ¿Un ladrón? No te creo

-Sí, sí. Dicen que se conocieron porque intentó robarle la corona a la novia

Ay, prima. Te merecías más que eso. Debiste haber elegido un mejor hombre. La música me sacó de mí misma. ¡Rapunzel había entrado! La vi, emocionada. Qué belleza, la de los brillantes ojos verdes. Aunque, su pelo, corto y café. ¿Y su cabello rubio? Bueno, supongo que se le oscureció con el tiempo. Transmitía alegría con su sonrisa. Sí, definitivamente era ella.

La misa fue emotiva. Se leyó la Biblia, ella dijo “sí”, él dijo “sí”. Después del beso, los novios salieron de la catedral, seguido de los invitados. Los seguimos, esperando llegar al lugar donde se celebraría la recepción. Al salir, nos topamos con una sorpresa. No se iban a ningún lugar. Se quedaron en las calles, bailando junto a los recién casados, en la plaza.

-¿La cena será al aire libre?- le pregunté a Adgar, quien tampoco entendía mucho.

-Supongo yo. Vamos, bailemos

-No, no. Siento jaqueca, ya sabes. Me voy a sentar   
    
 -Iré contigo

-Gracias- le dije, justo en el momento en que la novia pasó al frente mío bailando con un anciano borracho. –Ay, no entiendo cómo no actúa como una princesa normal

-No actúa como princesa, porque no creció como una- nos interrumpió un hombre delgado, botado en el suelo. ¡Qué maleducado es escuchar las conversaciones ajenas!

-¿A qué te refieres? ¿Dónde creció?

-No lo sé. Pero cuando llegó por primera vez al pueblo, me acuerdo de que estaba asustada. Aunque con el paso de los días se le pasó el miedo. Bailaba junto a nosotros, se reía. No era como una princesa

-Oh. Bueno, voy a saludar a Rapunzel- avisé, como pretexto para alejarme del desagradable vagabundo.

Ella, para variar, se hallaba saltando como bruta, con su vestido blanco manchado. Tal vez con cerveza. ¿Sabría cómo comportarse esa mujer?

-¡Rapunzel!- saludé, utilizando mi mejor cara. Me respondió con su contagiosa sonrisa.

-¡Idun! ¡Me alegra verte!

-A mí igual, tantos años. Me acuerdo de cuando eras una guagua

-¡Sí! ¿Cómo va todo?

-Bien, bien. No sé si sabes, que estoy embarazada

-¿En serio? ¡Qué felicidad! ¿Qué nombre le vas a poner?

-Estaba pensando, Harry si es niño. Y si es niña, bueno, me gusta el nombre Elsa

-Es muy lindo. Espero que se nazca bien

-Gracias. Que sean felices también ustedes

Se rió, y luego siguió bailando, girando como un trompo. Ya, ni que la música fuera tan pegajosa. Cuando la veía, se me venían a la mente las palabras del  vago. Ella no había crecido como princesa. De ninguna manera la educaron como una.