miércoles, 24 de junio de 2015

De un alma quebrada

Un silencio nunca silenciado
Ya que nadie lo ha escuchado
Pide que le den un timbre

El frío necesita quien lo acobije
Pero nadie se sabe a cargo
No hay tiempo
No hay espacio
No hay razón que valga

El invisible se tiñe de negro
Sin esperar a que lo castiguen por demencia
Por ser negra la soledad
Sólo dejó salir su interior

Una petición que te llega
La tormentosa noche de verano
Quiere que mires al mundo y digas
Prédica de amor y reparación

Gotas que caen
Gotas olvidadas
Que se funden con los ojos
Para formar un sabor tan salado
Que endulza lo que no debe

La apariencia que es la desconfianza
Tanto se quiere romper, pero no logro llegar
Y te quedas ahí como si nada
Como si no tuvieras trabajo por hacer

Mentiras que rompen el hierro
Un impulso puede hacer cerrar el puño
Pero uno no gira con el mundo
Sino estético en el centro

Cartas de piel que llegan
Avisan roturas
Piden auxilio
Anuncian y denuncian
Las yagas provocadas por la sociedad

jueves, 18 de junio de 2015

El Soldado de las Montañas

El gran Soldado de las Montañas era temido por los enemigos del Imperio Chino. Todos lo conocían, pero siempre ocultaba sus ojos y su frente con su casco, por lo que nunca lograban ver detalladamente su cara. Algunos decían que su pelo brillaba con el sol. Otros, que sus ojos eran comparables con el sagrado jade.
Era indomable en las batallas, se conectaba con su espada como si fuera una extensión de su brazo. Dejó atrás la torpeza y la duda para convertirse en el orgullo del capitán Shang. Decían que era igual a su padre. Éste, aunque cojo, tenía un espíritu de valor que no dejaba entrever debilidad en ningún punto.
Todo iba bien hasta que asumió como Emperador el ambicioso nieto del antiguo gobernante, que devoraba todo bien que estaba a su paso. Decidió que su imperio no era lo suficientemente grande para su poder, y mandó al ejército para expandir su territorio, reorganizándolo para mejorar su estrategia.
Temiendo que la expansión china pudiera terminar en desastre, el Soldado de las Montañas y el capitán Shang intervinieron para pedir que detuviera esta insana locura. El novato Emperador hizo caso omiso de sus súplicas, y ordenó a los guardias que los echara del palacio.
En un asunto totalmente independiente al anterior, unas semanas más tarde se anunció el matrimonio del famoso Soldado. La ciudad lo celebró, felicitando al afortunado. Aunque la alegría no duró más allá de un par de días, ya que debía ir al campo de batalla a cumplir las órdenes del monarca.
En el crudo invierno, en un atardecer digno de admirar, se realizaba una pelea contra un pueblo vietnamita. Un soldado enemigo, ágilmente alzó la espada y se colocó a la espalda del capitán. El Soldado de las Montañas, a quién el pánico le había anulado la conciencia, se interpuso entre ambos, y recibió la cuchillada en el pecho.
Shang, al notarlo, tomó el cuerpo del caído, y apoyó su oreja en él. Su corazón latía muy rápidamente, hasta que no escuchó más su retumbar.
Gritando, ordenó la retirada de la tropa, y se escondió detrás de una roca junto al cadáver. Sacó de su bolsillo un par de anillos, y le puso uno al cuerpo sin vida, con delicadeza y amor. El Soldado de las Montañas nunca supo que era una mujer felizmente casada.
Hola, lectores. Este es el primer fanfict que publico en esta página. Por si no lo han adivinado, esta es una referencia la película infantil Mulán, en la cual, por si no saben (o no se acuerdan) en diversas escenas llaman a la protagonista "El soldado de las montañas", sobrenombre que, en lo personal, me encanta.

miércoles, 17 de junio de 2015

El chillido

   Tom, un viudo, cincuentón, gordo y calvo, se despertó malhumorado, gracias a un chillido que escuchó a lo lejos. Levantándose, siguió el sonido que aparentemente provenía del baño.
   Prendió la luz, y como no vio nada fuera de lo normal, se acercó tranquilamente al espejo para peinarse.
    Entonces... Lo que encontró allí...
  En el reflejo del vidrio, apareció una mujer. Se veía un poco más joven que el hombre. Hermosa, de pelo negro, ojos verdes y tez pálida. Ella abrió su boca lentamente.
   -Tom...- susurró ella, desde el otro lado del espejo.
   -¿Elise?- preguntó él, estupefacto.
   -Tom...¿Por qué? 
   -Tú- acusó, balbuceando -¿Tú producías esos chillidos por las noches?- 
   La voz del hombre sonaba cada vez más desesperada, como si tuviera gastada la garganta. Tragó saliva en un intento de aliviar su angustia.
   La fantasma apuntó a su marido con el dedo índice.
   -No me culpes- siguió hablando Tom -tú empezaste todo. Me engañaste
  Sin embargo, ni siquiera creía sus propias razones. Él la había engañado muchas veces. Ella una sola. Aunque el hombre no había pensado en eso en su arrebato de furia.
   -Siempre te amé- dijo Elise, repitiendo lo mismo que había dicho cuando su esposo le había enterrado el cuchillo esa tormentosa noche. Inhaló fuertemente. 
   Chilló, tal como todas las noches. Con un tono lastimoso. Tom se acordó de la horrible pesadilla que había vivido.
   Pero el espíritu sacó un brazo del espejo, y le emoezó a estrangular el cuello.
   Ya era muy tarde para arrepentirse.

Bueno, este es el primer microcuento que subo. Me gustaría saber sus opiniones, y lo que les pasó al leerlo. Por ejemplo, si les causó algún especie de miedo o lástima. Cualquier comentario me serviría para mejorar. Gracias, y que tengan un buen día. 

viernes, 12 de junio de 2015

Manos manchadas

Manos manchadas, hasta adentro de las uñas

De barro, sangre y mugre
Manos manchadas, otros pares
De ego, egoísmo y riquezas

Grita fuerte
Tus manos te lo piden
Rotas, necesitadas de cariño
Que tarde o temprano, sabes, se romperán en mil pedazos

Cuando esas lágrimas de sudor caigan al suelo
Asegúrate de contarle al mundo tu sufrimiento
Porque no es tuyo, es de todo un pueblo
Que debe ser consolado

Arrímate a nosotros
Curaremos tu corazón
Que se asemeja a una hoja de otoño
Quien pase por encima, lo hará añicos

Pelearemos
Por aquellos momentos que valen la pena
Defenderemos las sonrisas
Y el canto de la inocencia
Invitación abierta
De ver a través de la tela opaca
Extender tu mano, sin importar el codo
Darle un sentido a tu vida
Dándole sentido a la vida de los demás